lunes, 11 de enero de 2010

Nuevamente en camino con la mochila al hombro


Cada vez que llega la etapa de vacaciones, tengo en mente un nuevo recorrido. Generalmente elijo ir a sitios que quedaron pendientes, pasé de largo por falta de tiempo, o porque el dinero no alcanzaría para cubrir todo, cuando estaba enfocada en un proyecto anterior.
Esta vez quería ir al Salar de Uyuni en Bolivia; si después quedaba tiempo y dinero, seguiría adelante.

DESDE SANTIAGO DEL ESTERO A LA QUIACA

La ansiedad se hizo presente, como siempre al inicio de cada nuevo viaje. Son las 23,00 horas y repaso mentalmente si llevo lo necesario para iniciar mi nueva aventura o será demasiado equipaje. Levanto la mochila (60 litros), una más pequeña para artículos de uso permanente que cargo sobre el pecho (sirve de contrapeso y es más cómodo al caminar) y el equipo de mate!! (Imprescindible para mi)
Reviso todo y parto rumbo a la Terminal de buses. Tengo tiempo suficiente pero no me agrada llegar sobre la hora de salida. Por los parlantes informan que hay un pequeño retraso; dejo Santiago del Estero a la 1,20 del día 31 de enero en la Empresa Mercobus rumbo a San Salvador de Jujuy.
Llegué a San Salvador a primera hora de la mañana, pasé a saludar algunos familiares, pues tomaría el bus a La Quiaca que parte a la 1,20 a.m.
Dos horas antes de continuar el viaje Sara –una prima- decidió acompañarme hasta Tupiza (Bolivia) y hacer la excursión al Salar de Uyuni juntas; lo que me dió la posibilidad de tener con quien compartir esta parte de mi “proyecto”.
Salimos contentas desde Jujuy; cuando arribamos a La Quiaca aun estaba oscuro, el frío era terrible, corría viento helado; la arenilla que golpeaba el rostro se sentía como pequeñas agujas. Agaché la cabeza para protegerme y le sugerí a Sara ir a la planta alta de la Terminal, donde recordaba haber tomado un rico desayuno en mi anterior viaje, cuando fui en viaje hacia Macchu Picchu.
Al llegar al descanso de la amplia escalera y cubriendo el espacio hasta la puerta de la cafetería, nos encontramos con más de una docena de jóvenes con sus mochilas, provenientes de diferentes lugares, envueltos en frazadas y abrigos, conversando animadamente.
La cafetería recién abre a las 8,00 -nos avisaron al tiempo de responder al saludo-, parece que cambió el horario, antes estaba abierta toda la noche.
Luego de las presentaciones, nos integramos al grupo, intercambiando impresiones, dándonos sugerencias sobre destinos, sitios a visitar y tomando notas de precios, mientras esperábamos. Seguía pasando el tiempo, eran las 8,30 de la mañana, pero la puerta continuaba cerrada. El hambre y el frío se hacían sentir y tomé la iniciativa (había pasado por ese lugar pocos meses atrás) de invitarlos a conocer el mercado de La Quiaca, allí seguramente habría un lugar donde tomar juntos un desayuno caliente. Los puestos de venta recién estaban abriendo, acomodando mercaderías y barriendo. Armamos un grupo con dos muchachos y tres chicas (todos de Buenos Aires) y los siete fuimos a la cafetería de Doña Julia, en el primer piso del Mercado. Tuvimos que dejar las mochilas en el pasillo, porque no había demasiado espacio.
En ese ambiente cálido, de camaradería; en medio de risas y bromas tomamos un suculento café con leche acompañado de pasteles (dos por persona) rellenos con queso regional. Nos aseamos en los baños, (muy limpios pues recién se iniciaba la jornada)
Luego de que Gonzalo me ayudara a ajustar la mochila, porque la sentía algo floja; nos despedimos con un apretado abrazo deseándonos suerte.
Ellos seguían rumbo a Yaví en la misma Provincia de Jujuy; Sara y yo cruzaríamos la frontera boliviana caminando, para entrar en Villazón.

Magui Montero
Fotografías: 1-Vista de la Ciudad de San Salvador de Jujuy. 2- El grupo de mochileros en la Terminal de La Quiaca.
3- Por desayunar en Dña Julia en el Mercado de la Quiaca. 4- Sara y yo en la puerta de Migraciones de Bolivia

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