miércoles, 27 de agosto de 2008

NOCHE DE SALSA Y MERENGUE


El regreso desde Santo Domingo fue divertido, cantábamos, batíamos palmas y bromeamos todo el camino. Llegamos al hotel cerca de la hora de cenar.
Luego de la cena, presenciamos una exhibición de música nativa que se desarrolló a la luz de antorchas y fogatas. La melodía acompasada llenaba la noche con sones de tambores, parches y otros instrumentos de percusión para mí desconocidos -confeccionados con algo que parecía cáscaras de cocoteros y golpeados con especies de cañas-. El tam-tam por instantes era frenético mientras se bailaban danzas típicas cuya forma guardaba similitud con ritmos afro e indígenas, impregnados de movimientos sensuales, saltos y acrobacias. La vegetación daba el entorno adecuado a este espectáculo majestuoso. Aplaudimos con entusiasmo, nos habíamos contagiado de la euforia de los bailarines, por lo que decidimos seguir divirtiéndonos.
Formamos un grupo; encaminamos nuestros pasos hacia la Disco que aun no conocíamos, “Pacha” nos estaba esperando.
A las doce de la noche comenzó el espectáculo. Era noche de salsa y merengue. Nos deleitamos con la música interpretada por un timbaletero y percusionista junto a otros músicos, nada menos que Tito Puente Jr. quién tenía el mismo don natural que su padre. Disfrutaba interpretando rumbas, mambo, y otros ritmos, pues su rostro lucía una permanente sonrisa. Más tarde se presentaron los ganadores de diferentes años del Concurso Salsero de República Dominicana; y debo aclarar que me sorprendió ver bailar en equilibrio encima de una botella y con un cajón lleno de bebidas sobre su cabeza a un anciano de 72 años, que tenía un ritmo tremendo!
La mejor salsera del país bailó e hizo acrobacias y eso no me hubiese causado asombro, si no hubiese estado con un embarazo tan pronunciado como el que ostentaba, a pesar de lo joven que se veía. Le pregunté al barman -quien evidentemente conocía a la pareja de bailarines- porque lo hacían, pues me parecía que podía resultar riesgoso para su estado. De inmediato comenzó a reír, y me dijo algo que en cierta manera me recordó lo que dice la gente nativa de mi provincia, -Santiago del Estero, Argentina-. “Aquí los dominicanos antes de aprender a caminar, ya sabemos bailar; y la mejor forma de conocer nuestra música es disfrutarla desde antes que nacemos”
Teniendo la posibilidad de contar con una pareja de baile experta, me lancé a la pista al ritmo del merengue y la dulce bachata. Pude divertirme toda la noche, meneándome sin ningún reparo, hasta bien avanzada la madrugada. Estaba feliz de poder sentirme como una más entre todos ellos.
Comenzaba clarear cuando salimos de Pacha, un viento fresco venía desde el mar. Al fin la excursión del día anterior y el trajín de la jornada, se estaban haciendo sentir, estaba cansada pero contenta. Creo que dormiría hasta cerca de mediodía.


Magui Montero


NOTA: Folleto de propaganda de "Pacha"



lunes, 11 de agosto de 2008

UN PASEO CON SABOR A HISTORIA


Me levanté a las 5,30 y desayuné junto al grupo que participaba de la excursión; estaba algo excitada porque sabía que conocería un lugar “especial”, allí donde había comenzado parte de la nueva historia, llámese conquista, choque de dos culturas o lo que cada uno pudiese opinar, pero indudablemente, marcaba un hito, tanto para Europa, como para el Nuevo Continente.
A las 6,30 partimos en un minibús, climatizado –los lugareños llaman guaguas a los buses de corta distancia-; recorrimos varios hoteles recogiendo pasajeros que participaban de la excursión. El viaje era largo y los caminos no eran buenos, pero se compensaba con todo lo que vas conociendo. Atravesamos la ciudad de Higuey, preciosa, sencilla, con casitas multicolores y un bellísimo santuario, la Basílica de Higuey, centro de peregrinaciones marianas.
Antes de llegar a Santo Domingo, pasamos por unas cavernas, que están por debajo del nivel de la tierra, se desciende por escaleras talladas en la misma piedra, y aun conservan el ahumado de las antorchas con que se iluminaban antiguamente. Estas grutas, eran habitadas por los indios tainos. Por distintas aberturas se filtra la luz del sol, creando un clima especial, donde toca la luz crecen especies raras de helechos, flores, y algunas palmeras, Dentro de ella a medida que se desciende, cuenta con especies de piscinas y el agua cae en pequeñas cascadas. En cada una de estas piletas naturales que se forman por los manantiales, el agua toma colores de acuerdo a los minerales que contiene. La primera que vi era color azul, otra verde y otra de color oro. Nos explicaron cada una de ellas era destinada a los baños conforme a la jerarquía que ocupaban en la tribu.
La piedra de la gruta brillaba por la presencia de minerales y le daba un aspecto maravilloso. Pude sacar muchísimas fotografías, pero el revelado hizo que descubriera lo inútil que había resultado el uso del flash, pues no alcanzó a iluminar tan hermoso panorama, por la amplitud de la concavidad subterránea.
Luego de esta parada, continuamos camino. La carretera es paralela a la costa, pero se ven menos playas, los bordes están cubiertos de rocas donde las olas rompen con fuerza formando remolinos y espuma.
Por fin llegamos a Santo Domingo, se encuentra enclavada en la zona sur de la isla. Es una ciudad de estilo colonial, de calles angostas, y casas muy viejas; fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Para no cambiar la fisonomía de la ciudad, la alcaidía dictó normas mediante las que cada edificio que se construyera, aunque fuera moderno y lujoso interiormente, debía conservar el estado original exterior, los revoques caídos, las puertas antiguas y escalinatas de entrada. Hay frentes tallados en piedra, arabescos y figuras afiligranadas. Llegamos al faro de Colón, es una inmensa construcción con escalinatas, hay una luz encendida permanentemente, que marca el lugar exacto –supuestamente- donde desembarcó por primera vez Cristóbal Colón en 1492. Continuamos el recorrido visitando las primeras oficinas administrativas instaladas en el Nuevo Mundo; el Alcázar de Colón, en cuya plaza frontal se encuentra emplazada una estatua del colonizador. Es un hermoso palacio colonial de principios del siglo XVI, que habitó la familia – su hijo Diego y su nuera-, se conserva aun mobiliario y algunos utensilios de su propiedad, en la época que éste gobernó la isla.
Fuimos hasta la Fortaleza de la ciudad, construcción que da al mar, rodeada de cañones en sus almenares, para evitar que entraran en aquella época, los piratas ingleses. (En este caso me reservo de mayores comentarios). Continuamos el recorrido visitando la casa de Hernán Cortés; el Museo del ámbar, donde se hallan las “piedras” en que se basó la historia de la película Parque Jurásico. Pude sacar fotografías cuando atravesamos el puente y visitamos el lugar en que fue filmada la película Apocalipsis Now.
Luego conocí la primera Catedral construida en América, esta realizada en piedra y data de 1523. Finalmente nos llevaron a visitar la tumba de Colón. No puedo creer todo lo que veo, pero es imposible no mirar y tocar estas cosas sin sentirse emocionado.
Fuera de lo que cada uno de nosotros piense, esté a favor o en contra de la evangelización y la conquista o la forma en que se hizo, pero es un paso hacia el punto donde se tocaron dos civilizaciones y se transformó para siempre la cultura de ambas.
Más tarde, nos dieron un tiempo libre, que aproveché para visitar el mercado de la ciudad. Personalmente, creo, y esto lo fui confirmando en sucesivos viajes por diferentes regiones, que uno puede conocer mucho de las costumbres y la cultura del verdadero pueblo, si visitas su mercado. Ahí no hay lugar para los “disfraces” turísticos, allí concurre y hace sus compras la gente común, como visten, si son alegres, como se alimentan y si verdaderamente hay cordialidad con aquellos que concurren de visita.
Tal como lo imaginaba, no fue una equivocación; los dominicanos tienen la sonrisa fácil, son atentos, bromistas, diligentes. Me ofrecieron un brebaje que preparan con algunos yuyos de la isla, mezclado con ron –dicen que tiene también ingredientes secretos- ellos acostumbran a tomar una copita, como paliativo después de una noche de fiesta donde se comió o se bebió en forma abundante; lo llaman “Mama Juana”.
A la salida del mercado, en el carrito de un vendedor ambulante, compré un coco, de los muchos que descansaban en un colchón de cubos de hielo, para calmar la sed, pues estaba haciendo calor. El vendedor, luego de lavarlo, le hizo un corte limpio con machete, y colocó una pajita dentro para que pudiera sorber con comodidad. Me saludó con una sonrisa deseándome buena estadía, y yo seguí mi paseo.
Almorzamos en el hotel Sheraton de la ciudad –es una belleza- y me sorprendió conocer un obelisco más pequeño que el de mi querida Buenos Aires, pero íntegramente pintado en colores fosforescentes, con estilo Art Noveau. Compré algunos regalitos y artesanías y emprendimos el regreso.
Esta excursión en verdad había superado mis expectativas, República Dominicana, se estaba brindando en todo su esplendor.

Magui Montero


NOTA: Fotografía de la estatua de Cristobal Colón, frente del Alcázar. Santo Domingo. República Dominicana

domingo, 3 de agosto de 2008

AGUAS CÁLIDAS Y ROMANTICISMO

Me revuelvo en la cama, abrí los ojos en la oscuridad y miro el reloj de viaje (único capricho que me permití traer en el viaje para recordar los horarios) son las 04,50 a.m. Duermo con los ventanales abiertos y las cortinas se mueven con la brisa nocturna. Me levanto y camino al balcón, hay luna llena, los caminitos que conducen a la playa se ven nítidos entre la vegetación. Decido ir a caminar, me puse el traje de baño, un pareo encima y salgo. Desde lejos escucho música, quizás venga de la Disco, yo voy en dirección al mar, quiero ver el amanecer.
Sin embargo, no todo está solitario, en la semipenumbra se ven personas corriendo por la playa, algunos bañándose o esperando observar el mismo espectáculo que yo. Traje mi cuaderno de notas, lapicera, y la cámara de fotos. El viento sopla con mayor fuerza; el cielo se está cubriendo, pero a pesar de ello a medida que la luna baja, va tomando un suave color rosado, haciéndose cada instante más rojizo. Todo el mar se tiñe de rojo por un momento; el sol emerge en el horizonte, para volver a ocultarse entre las nubes, aunque los rayos se filtran entre las nubes y forman haces de luz que dan distintos colores al agua. ¡Qué espectáculo se pierden los dormilones o aquellos que aun están bailando!
Dejé las cosas en la arena y me sumergí en esta increíblemente tibia caricia líquida. Desde allí me sorprenden gratamente, empleados de los hoteles que recorren kilómetros y kilómetros de playa limpiándola de algas que la marea deja durante la noche y la retiran en tractores que pasan, haciendo grandes fardos. Desocupan también los cilindros decorados que están colocados cada aproximadamente veinte metros para depositar la basura y los ceniceros; de esta forma se mantiene el aseo permanentemente.
Salí del agua a tomar algunas notas para no olvidar cada detalle de lo que mis ojos ven, pero es indudable que mi corazón lo grabará definitivamente.
Voy a desayunar al comedor aun despoblado, la música está sonando suave y los camareros se mueven diligentemente. Tengo hambre! Huevos revueltos, panceta, queso regional, yogur, café y pan alemán. Esto se pareció a un almuerzo!! Los turistas comienzan a despertar, opto por volver a cambiarme, para salir a caminar y conocer más; pues hoy nos cambiamos de hotel.
Los primeros días estuvimos en el Riu Melao y nos instalaremos en el Riu Naiboa. El nuevo hotel esta construido a diferencia del anterior todo en un solo bloque, de forma curva, para que desde todos los balcones se visualicen los jardines, la piscina y el mar. Es sumamente lujoso, igual al estilo de todos los hoteles Riu, está rodeado de jardines tropicales, tiene un puente, y por debajo corre agua en medio de piedras y flores. El bar es una cabaña grande, rodeada de barandas que dan a la pileta de natación, la cual tiene un islote en el centro. Antes del mediodía decidí salir en lancha para recorrer la costa. Desde allí pude ver de un ángulo diferente esa parte de la isla y fui conociendo los diferentes hoteles instalados allí.
El complejo hotelero Riu es el más grande y lujoso de todos (al menos lo era hasta el momento en que yo estuve hace 10 años) cuenta con más de 3.000 empleados, todos hablan aparte de su idioma –español- alemán e italiano o alemán y francés, el inglés no es obligatorio porque la mayoría del turismo proviene de Europa, -80 % de alemanes- el resto españoles, italianos, algunos franceses y latinoamericanos. El personal vive en edificios de departamentos que son parte del mismo complejo. Reparten su tiempo entre las horas que trabajan y el estudio (continúan perfeccionándose), reciben becas y pueden ascender e ir escalando jerarquías dentro del hotel o establecerse en otros de la misma cadena distribuidos por todo el mundo. Mientras sigo conversando, preguntando, curioseando aquí y allá, llegó la hora de la siesta.… Y comencé con mis clases para aprender a bailar merengue. Un ritmo hermoso, sensual, alegre, con muchos movimientos cadenciosos. Puede bailarse suelto de la otra persona o en pareja, con giros y figuras que se realizan meneando las caderas y manteniendo el hombre el control sobre de la mujer, roces, miradas, vueltas. Es la seducción hecha danza, el calor y la fogosidad; como todos los ritmos propios de países que tienen sangre latina.
Me siento en el bar a tomar jugo de fruta, quiero refrescarme un poco. Creo que la clase de música latina me dio bastante calor… ejem
Tengo algunas curiosidades... ¿Qué será lo que incluye el: “all inclusive”? Mejor averiguo bien.
Aprendí algunas cosas. Gran cantidad de parejas de buen nivel económico vienen con amigos y familia; se casan aquí en una ceremonia que se realiza en la capilla de los hoteles, por supuesto toda la fiesta, comida, bebida y números artísticos les sale gratis, y al mismo tiempo pasan su luna de miel. Tuve oportunidad de ver una ceremonia de este tipo y fue preciosa. Solo pensé que es inusual pasar la “luna de miel” con los suegros, hermanos, primos y amigos. En fin!! Creo que mi idea de romanticismo, caminar a la luz de la luna por la orilla del mar o hacer la travesura de poderse bañar desnudos en medio de la noche de una pareja de enamorados, no concuerda con la practicidad de armar un paquete turístico para la familia y “aprovechar” para casarse… Pero debo respetar las formas de pensar diferentes a la mía…
Bien, ya nos pusimos de acuerdo con todo el grupo que hace el mismo circuito turístico. Estuvimos tomando unos cócteles y vimos un espectáculo de rumba en la confitería del hotel. Me acosté rendida de cansancio a las 12 de la noche; debo levantarme a la madrugada.
Salgo de excursión para visitar la Capital de República Dominicana. Mañana conoceré Santo Domingo.

Magui Montero